CUADERNOS DEL MENDIGO

     Deslía de tus ojos esa mirada que ve lienzo en el firmamento, deja que el universo sea ese vacío inmenso de túnel salpicado de tiempos que brillan por muertos. Siente el movimiento de esa tierra que pisas, esa que tú llamas tu tierra, tu hacienda. 
     Yo te miro desde este desierto inabarcable, como una mota de polvo sobre una piedra, y no es la mirada de mis ojos. Sé que anoche me escuchaste hablar entre las sombras, que cerraste las persianas cuando sentiste el viento de un sollozo sin apellidos. Yo hubiera hecho lo mismo, también me lavo con versos y con versos desbrozo los alrededores de esta casa que me acoge.       
     Estás flotando en la nada, conmigo. Una mirada a la luna es un ancla que nos esconde que vamos a la deriva. La maldita simetría de los tenedores, los dos ojos para una sola mirada. 
     Debes comprender que el cielo es tan infinito como el pensamiento. Será suficiente para dejarte caer, para dejar caer el mundo, esta manzana de tierra tan poblada de quejas.